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Escuela de Karate Kyokushin
dirigida por el Shihan Fernando Pérez

II.- EL RETIRO A LA MONTAÑA

En 1948, Japón estaba, desde hacía tres años, bajo la administración americana. Oyama frecuentaba regularmente las bandas de Tokio y su vida nocturna no era de las más tranquilas. Durante una pelea en un club nocturno, Oyama mató a su adversario y se encontró rápidamente en prisión. Se argumentó legítima defensa y al cabo de algunos meses Oyama fue puesto en libertad. Entonces decidió abandonar la ciudad y se impuso así mismo un retiro voluntario. Su objetivo era el de estar 3 años en la alta montaña con el fin de profundizar en el camino del Karate y del Zen. Optó finalmente por el monte Kiyosumi, en la prefectura de Chiba.

Debido a los problemas de abastecimiento, Oyama se vió obligado a interrumpir su retiro. En cuenta de los tres años previstos estuvo tan solo 18 meses en el exilio. Su programa de entrenamiento era de una simplicidad pavorosa: carreras en los torrentes, meditaciones en las cascadas (que hizo célebres Gogen Yamaguchi), ejercicios técnicos y rompimientos de diversos materiales (madera, piedras, etc). Por la noche, se centraba en el estudio de la biografía del segundo gran modelo humano de Oyama: Miyamoto Musashi, el más grande Samurai de toda la historia de Japón.

Aquí está el testimonio de este maestro sobre este periodo de su vida:
"Como ya he dicho, cuando después de la 2ª guerra mundial yo estaba en prisión, consciente de que no estaba cualificado para enseñar o trabajar en mis asuntos y lo incierto de mi futuro, decidí consagrarme al karate. Cuando fui liberado, me dirigí en seguida a la selva del lejano monte Kiyosumi, donde me entreno en soledad durante un año y medio. Yo supongo que prácticamente todos los que se consagran totalmente a una causa deben seguir un periodo de aislamiento de ese tipo...
Mi entrenamiento cotidiano comienza por la mañana muy temprano, una sesión de meditación y purificación espiritual realizada bajo las aguas heladas de una cascada. Después yo volvía corriendo a mi humilde estancia para proseguir con mi entrenamiento...Yo utilizaba todo lo que la naturaleza ponía a mi disposición para desarrollar mi fuerza y mi condición física. Me preocupo de no descuidar ninguna parte de mi cuerpo ni ningún aspecto del entrenamiento. Así la mañana está dedicada al reforzamiento de mis cualidades musculares y respiratorias...Corría por las montañas, arrancaba piedras, troncos, plantas, nadaba en las aguas heladas...Este primer entrenamiento de la mañana acababa con una nueva sesión de meditación...
El medio día estaba dedicado a la práctica del Karate...Había colocado makiwaras en los troncos de los árboles y les golpeaba durante varias horas con puños y piernas. Me ejercito igualmente en rompimientos hasta que el estado de mis manos me impide continuar...
Durante mi estancia en las montañas no pasó un día sin que me sometiera a este penoso y duro entrenamiento, fuera cual fuera el tiempo (climatología)...Cuando la oscuridad caía sobre las montañas, yo podía percibir la absoluta profundidad de mi soledad...rodeado por las tinieblas y el silencio, yo enciendo una vela en mi pobre chabola y cuelgo en la pared una hoja de papel blanco en el cual trazo dos círculos. El de la derecha, Sei, simboliza la acción y el de la izquierda, Do, simboliza la pasividad. Al observar estos dos círculos, yo entro en una profunda meditación...Esta estancia prolongada, lejos de toda civilización, me permite aumentar de manera considerable mi nivel de Karate pero sobretodo, llegar a un particular estado mental que no tiene nada en común con el que tenía al principio...".



III. LOS COMBATES CON TOROS
IV. EL DESAFÍO A BOXEADORES Y LUCHADORES
V. FUNDACIÓN DEL KYOKUSHINKAI
VI. PRIMERAS COMPETICIONES DE KYOKUSHINKAI
VII. ESTILOS Y ASOCIACIONES SURGIDAS DE KYOKUSHINKAI