Bienvenido a Budo Karate Club de Zaragoza (Spain)

Escuela de Karate Kyokushin
dirigida por el Shihan Fernando Pérez

III.- LOS COMBATES CON TOROS

En el Monte Kiyosumi, Oyama tomó conciencia de sus prodigiosas facultades y un audaz proyecto comenzó a germinar en su espíritu. El quería cumplir una hazaña fuera de lo común. Alguna cosa que pueda probar la superioridad del Karate sobre las otras formas de combatir con las manos desnudas. Oyama oyó hablar de un maestro de Okinawa que se había enfrentado a un toro. Se refería al maestro Sokon Matsumura, legendaria figura del Okinawa-Te. Oyama decidió pues, que él también, se enfrentaría a un toro. De vuelta a la civilización se dirigió a diferentes mataderos de la prefectura de Chiba, para estudiar el mejor modo de abatir a la bestia. Observó atentamente a los profesionales y se percató de que ellos ejercían una presión sobre la frente del animal, entre los ojos, ayudados de un punzón y de un martillo. Para Oyama la cosa estaba clara: por una parte su potente pegada y por otra las enormes callosidades de sus manos, debían permitirle obtener los mismos resultados. Él pidió autorización para probar su técnica. Se le concedió, con algunas reticencias. Después de varios intentos minuciosos, Oyama llegó a abatir a su primera bestia. Confiando en este resultado, el quiso anunciar a la prensa su intención de combatir con un toro en la arena.

Oyama se enfrentó a su primer toro en 1950. La bestia se dobló bajo el efecto del primer golpe de puño, pero Oyama no consiguió acabar con él. Entonces intentó un ataque circular de corte con la mano (mawashi-shuto-uchi) y rompió uno de los cuernos del animal. En los años siguientes, tanto en Japón como en los Estados Unidos, Oyama se enfrentó a 52 toros, de los que mató a tres de ellos y rompió los cuernos de los otros cuarenta y nueve. Uno de esos duelos fue filmado por la compañía Shochiku Motion Picture.

Oyama al respecto manifestó: "Después de mi regreso de un viaje a los Estados Unidos, una compañía japonesa productora de películas me pidió realizar un combate contra un toro. Era una proposición interesante que yo esperaba. En caso de victoria, yo me enfrentaría en seguida a un oso y después a un tigre siempre delante de una cámara. Actuando así, yo esperaba popularizar todavía más el Karate a través del mundo. Para ese nuevo combate decidí disminuir el peso de mi cuerpo con el fin de ganar rapidez...yo tenía la intención de coger al animal por los cuernos, con el fin de poder tumbarlo, después romper uno de su cuernos con el canto de la mano con la intención de que no se levantara. Ese toro pesaba más de seiscientos kilos y me fue imposible, en una primera vez, desequilibrarle. Después de varios minutos de enfrentamiento yo me sentía en algunos aspectos extraño: la bestia venía hacia a mí para cornearme, la sangre comenzaba a salpicar. Todo alrededor de mi, el cielo, la arena y el sol llegaban a brillar cegadoramente...fue entonces cuando yo sentí brotar de mi mismo una especie de fuerza milagrosa. En ese instante yo me olvidé del dolor y del agotamiento...En la brillantez de ese día yo ví un inmenso objeto negro descender sobre mi y llevar mi muerte con él...algunos segundos más tarde, llegué a hacer tambalear al animal y golpeé primero a su cuerno, sin ningún efecto...golpeé por tres veces más, siempre sin ningún resultado, finalmente yo perdí el equilibrio completamente. Los segundos que siguieron fueron decisivos...yo había decidido unir de alguna manera la fuerza del animal a la mía propia para poder romper uno de los cuernos. Me obligaba a soltar mi apresamiento sobre el cuello del animal y pretendía romper al mismo tiempo que él se levantara...sería sin duda mi última tentativa... Conseguí romper el cuerno y lo mostré al público...".

IV. EL DESAFÍO A BOXEADORES Y LUCHADORES

V. FUNDACIÓN DEL KYOKUSHINKAI

VI. PRIMERAS COMPETICIONES DE KYOKUSHINKAI

VII. ESTILOS Y ASOCIACIONES SURGIDAS DE KYOKUSHINKAI